Microsoft lanza una oferta por Yahoo! de 44.600 millones de dolares
Microsoft puso ayer encima de la mesa 30.000 millones de euros para comprar Yahoo. Están dispuestos a pagar hasta 20,8 euros por acción (a elegir entre efectivo o con un 50% en acciones de Microsoft), lo cual supone un 62% más que la última cotización alcanzada por Yahoo en el Nasdaq. Su cotización empezó a subir tan pronto se conoció esta oferta, mientras la de Microsoft bajaba. Pero no importa, explicó el consejero delegado de Microsoft, Steve Ballmer, en una conferencia que cortó el aliento financiero y tecnológico de toda Norteamérica. Nada importa para frenar a Google.
«Creemos que la combinación de ambas compañías nos permitirá aportar un valor superior a nuestros respectivos accionistas, un mayor rango de opciones y más innovación a nuestros clientes y socios de la industria», explicó Ballmer. Traducido al román paladino: el mercado de la publicidad electrónica mueve ya 27.000 millones de euros al año, y se espera que mueva el doble de aquí a 2010. Google se perfila como gigante dominante de ese mercado. Microsoft no quiere quedarse atrás, pero necesita la tecnología buscadora y los soportes directamente en red de Yahoo (que ocupa la segunda posición en ese mercado) para competir. Dos contra uno, esa parece ser la idea
El cazador cazado
También parece el mundo al revés o la historia del cazador cazado: hace años era Bill Gates el que se enfrentaba a acusaciones de abuso de posición dominante y de monopolio encubierto, cuando junto con sus ordenadores personales vendía sus sistemas operativos, cautivando y, en opinión de algunos, incluso secuestrando a los mercados.
«Don´t be evil» (no seas malo) era el irónico lema fundacional de Google que, como Microsoft, fue creada en un garaje por dos jovencísimos estudiantes de Stanford, Sergey Brin y Larry Page, que todavía hoy, cuando van a Washington a hacer «lobby», desconciertan a los políticos compareciendo en vaqueros y zapatillas.
Se suponía que Google era más «guay» que el imperio fundado por Gates. Pero lo cierto es que no para de acumular poder. Su buscador se realimenta con cada búsqueda y guarda el historial de cada usuario en una «cookie» que se conserva dos años (aunque la alarma social ya les ha obligado a bajar a dieciocho meses). Eso no sólo es un tesoro publicitario, sino que ha revolucionado profundamente el uso de internet y el de los mismos ordenadores. Desde la explosión de Google se entra y se sale de internet por cualquier puerta, se consulta el correo en cualquier terminal, etc. Crece la información almacenada directamente en red, y no en ningún disco duro concreto.
Esta es la peor amenaza que Google supone para Microsoft, y la razón de que esté dispuesta a pagar una fortuna que Yahoo merece, pero quizás no vale. Aunque muchas otras empresas no le harían ascos a Yahoo, la magnitud de la puja de Microsoft es claramente insuperable. En la práctica, ya es el único comprador posible.
La visible incomodidad de los directivos de Yahoo ante esta «oferta no solicitada» tenía ayer todos los visos de una encerrona. Aunque Ballmer manifestó profusamente todo su «respeto» por Yahoo, así como su convicción de que ambas compañías saldrán ganando, quedó clara su impaciencia después de mucho dar vueltas a una fusión que nunca se concreta.
Con la caída del valor de las acciones de Yahoo en los últimos meses Microsoft ha visto su oportunidad. Ayer quedó patente que o Yahoo se vende por las buenas, o se venderá por las malas. No se vacilará ante la opa hostil.
La pregunta es, si Microsoft lo tiene tan claro, ¿por qué se resiste Yahoo? ¿No tienen ellos miedo de Google? Quizás es que puestos entre la disyuntiva de aceptar ser los segundos del mercado de los buscadores y de la publicidad electrónica, o de ser los primeros, pero en manos de Microsoft, se quedaban con lo primero.
Sensores de alarma
Lo cierto es que en distintos sectores económicos norteamericanos se activan sensores de alarma en sintonía con los temores de Microsoft. Google -a pesar de los decepcionantes resultados del último trimestre- empieza a dar miedo no sólo a sus competidores más directos sino a todo el mundo.
La compra de DoubleClick atizó las suspicacias de si no se estarán planteando dar el salto, no sólo a controlar el pastel publicitario electrónico, sino a proveer ellos mismos los anuncios, (personalizados además gracias a la información de cada usuario atesorada en sus cookies). Hay quien teme que Google desborde todos los cauces y llegue a monopolizar todos los negocios del mundo.